San José desde Santa Teresa de Jesús
Queridos jóvenes latinoamericanos, cómo Carmelo joven Argentina, en este año dedicado especialmente a la devoción de San José, queremos compartirles lo que nuestra madre fundadora, Santa Teresa de Jesús, nos ha enseñado sobre este santo a través de su vida y obra.
“No he conocido persona que de veras le sea devota y haga particulares servicios, que no la vea más aprovechada en la virtud. Si va algo torcida la petición, él la endereza para más bien mío(...) Quien no hallare maestro que le enseñe oración, tome este glorioso Santo por maestro y no errará en el camino”. (S. Teresa: Vida 6,7-8).
Teresa, nos anima, por medio de su experiencia a que seamos devotos de nuestro Padre y Señor San José, que nos encomendemos a él con plena confianza. Por ende es el compuesto de afecto, entrega, veneración y amor lo que le lleva a encomendarse muchas veces a él. La presencia de san José en los escritos y en la espiritualidad de santa Teresa, empiezan en plena juventud. En la autobiografía de Teresa, son tres los momentos que marcan el brote y el auge de su vinculación íntima a san José:
a) El hecho decisivo parece ser el primero.
Tras el regreso de Becedas, donde la famosa curandera la había reducido al total agotamiento físico, sobreviene -ya en Ávila- el terrible paroxismo del 15 de agosto; siguen varios días en coma profundo; ‘más de ocho meses’ totalmente tullida, ‘solos los huesos tenía’ y ‘casi tres años’ de recuperación lenta en la enfermería, de suerte que ‘cuando comencé a andar a gatas, alababa a Dios’ . Fue entonces cuando apeló a san José. Y Teresa quedó convencida de que al Santo se debió su curación total.
b) En la vida religiosa de Teresa hay un hecho incisivo en que ella supera sus fluctuaciones e indecisiones.
Reitera su ‘determinada determinación’ y logra hacer total entrega de sí a Dios. Es lo que se ha llamado su ‘conversión’. La cuenta ella en el capítulo 9 de su autobiografía. El factor decisivo fue su encuentro cara a cara con una imagen ‘de Cristo muy llagado’. Y sucesivamente la lectura de las Confesiones de san Agustín. Pero esa ‘conversión’ Teresa la ve como una especial gracia de lo alto. Y en su ánimo agradecido la atribuye tanto a la Virgen como a san José: ‘entendí que tenía mucha obligación de servir a nuestra Señora y a san José, porque muchas veces, yendo perdida del todo, por sus ruegos me tornaba Dios a dar salud’ (R 30). A ello alude en Vida 6,6: ‘…este bienaventurado Santo, de los peligros que me ha librado, así de cuerpo (parálisis), como de alma (conversión)’.
c) Los hechos más incisivos y decisivos sobrevienen con ocasión de la fundación del Carmelo de San José.
Cuando la vida personal de Teresa adquiere calado místico y envergadura de misión eclesial. Ocurre en torno a sus 45-47 años de edad. Teresa ha entrado de lleno en la experiencia mística de lo divino. El centro orbital de la nueva forma de vida es Cristo en su Humanidad Santa (c. 27). Desde lo hondo de esa experiencia surge la misión carismática de la Fundadora. Es Cristo mismo quien le intima que funde el primer Carmelo, ‘haciéndome grandes promesas de que no se dejaría de hacer el monasterio, y que se serviría mucho en él, y que se llamase San José, y que a la una puerta nos guardaría él (San José), y nuestra Señora la otra…’ (V 32,11). ‘Era esta visión con tan grandes efectos, y de tal manera esta habla… que yo no podía dudar’ (ib 32,12). Así entraba san José no sólo en la vivencia mística de Teresa, sino en su futura misión eclesial.
El esposo de María va a ser un abogado e intercesor en todos los tiempos. San José es un personaje familiar y entrañable en nuestro gran hogar, El Carmelo.
Por eso queridos jóvenes, hoy les renovamos esta invitación para abandonarse en la generosidad de este padre, abogado que el cielo nos regaló.
Un fuerte abrazo en nuestro buen amigo Cristo,
Jóvenes carmelitas de Argentina
Comments