Parábola "El pajarito"
Muchas veces, la sociedad hoy en día se cuestiona así misma del ¿Por qué? hasta el momento no ha podido encontrar respuesta a preguntas tan inciertas como ¿Cuál es el sentido de la vida? ¿Qué hacemos aquí? ¿por qué estamos aquí? un día nacemos, crecemos y morimos y en base a la experiencia aprendemos, trabajamos, pero ante todo aprendemos amarnos a nosotros mismos.
Evolucionamos cada día y vemos que la vida tiene un propósito más allá de los hechos de buscar sabiduría y conocimiento, es hacer un mundo donde podamos alcanzar la unión con Dios y conseguir la pureza del alma. Aunque la sociedad defienda el propio sentido de la vida que radica en tratar de encontrar el camino ya sea donde vayamos tratando de descubrir aquello que sabemos hacer y explotarlo al máximo como amar, pensar, divertirnos y siempre vivir de acuerdo a que todo se puede lograr siempre y cuando estemos seguros de sí mismos y que a partir de ahí es el comienzo de nuevas generaciones.
“PARABOLA EL PAJARILLO”
…SANTA TERESITADEL NIÑO JESUS…
"¡Oh, Jesús, mi primer y único amigo, el único a quien yo amo!, dime qué misterio es éste.
¿Por qué no reservas estas aspiraciones tan inmensas para las almas grandes, para las águilas que se ciernen en las alturas…?
Yo me considero un débil pajarito cubierto únicamente por un ligero plumón.
Yo no soy un águila, sólo tengo de águila los ojos y el corazón, pues, a pesar de mi extrema pequeñez, me atrevo a mirar fijamente al Sol divino, al Sol del Amor, y mi corazón siente en sí todas las aspiraciones del águila…
El pajarillo quisiera volar hacia ese Sol brillante que encandila sus ojos; quisiera imitar a sus hermanas las águilas, a las que ve elevarse hacia el foco divino de la Santísima Trinidad… Pero, ¡ay!, lo más que puede hacer es alzar sus alitas, ¡pero eso de volar no está en su modesto poder! ¿Qué será de él? ¿Morirá de pena al verse tan impotente…?
No, no, el pajarillo ni siquiera se desconsolará. Con audaz abandono, quiere seguir con la mirada fija en su divino Sol. Nada podrá asustarlo, ni el viento ni la lluvia. Y si oscuras nubes llegaran a ocultarle el Astro del amor, el pajarito no cambiará de lugar: sabe que más allá de las nubes su Sol sigue brillando y que su resplandor no puede eclipsarse ni un instante.
Es cierto que, a veces, el corazón del pajarito se ve embestido por la tormenta, y no le parece que pueda existir otra cosa que las nubes que lo rodean. Esa es la hora de la alegría perfecta para ese pobre y débil ser. ¡Qué dicha para él seguir allí, a pesar de todo, mirando fijamente a la luz invisible que se oculta su fe…!
Jesús, hasta aquí puedo entender tu amor al pajarito, ya que éste no se aleja de ti… Pero yo sé, y tú también lo sabes, que muchas veces la imperfecta criaturita, aun siguiendo en su lugar (es decir, bajo los rayos del Sol), acaba distrayéndose un poco de su único quehacer: coge un granito acá y allá, corre tras un gusanito…; luego, encontrando un charquito de agua, moja en él sus plumas apenas formadas; ve una flor que le gusta, y su espíritu débil se entretiene con la flor… En una palabra, el pobre pajarito, al no poder cernerse como las águilas, se sigue entreteniendo con las bagatelas de la tierra. Sin embargo, después de todas sus travesuras, el pajarillo, en vez de ir a esconderse en un rincón para llorar su miseria y morirse de arrepentimiento, se vuelve hacia su amado Sol, expone a sus rayos bienhechores sus alitas mojadas, gime como la golondrina; y, en su dulce canto, confía y cuenta detalladamente sus infidelidades, pensando, en su temerario abandono, adquirir así un mayor dominio, atraer con mayor plenitud el amor de Aquel que no vino a buscar a los justos sino a los pecadores… Y si el Astro adorado sigue sordo a los gorjeos lastimeros de su criaturita, si sigue oculto…, pues bien, entonces la criaturita seguirá allí mojada, aceptará estar aterida de frío, y seguirá alegrándose de ese sufrimiento que en realidad ha merecido…
¡Qué feliz, Jesús, es tu pajarito de ser débil y pequeño! Pues ¿Qué sería de él si fuera grande…? Jamás tendría la audacia de comparecer en tu presencia, de dormitar delante de ti… Sí, ésta es también otra debilidad del pajarito cuando quiere mirar fijamente al Sol divino y las nubes no le dejan ver ni un solo rayo: a pesar suyo, sus ojitos se cierran, su cabecita se esconde bajo el ala, y el pobrecito se duerme creyendo seguir mirando fijamente a su Astro querido. Pero al despertar, no se desconsuela, su corazoncito sigue en paz. Y vuelve a comenzar su oficio de amor. Invoca a los ángeles y a los santos, que se elevan como águilas hacia el Foco devorador, objeto de sus anhelos, y las águilas, compadeciéndose de su hermanito, le protegen y defienden y ponen en fuga a los buitres que quisieran devorarlo. El pajarito no teme a los buitres, imágenes de los demonios, pues no está destinado a ser su presa, sino la del Águila que él contempla en el centro del Sol del amor."
Historia de un alma
La dependencia de Dios, siempre va de la mano con la humildad de saberse necesitada del amor misericordioso del Señor, que nos ama a pesar de nuestras circunstancias. Santa Teresita del Niño Jesús nos enseña mediante esta parábola como debemos ser nuestro propio camino espiritual, y que nunca debemos alejarnos de él. Como también hay que reconocer que Dios la colmó con ese sentimiento, además, le dio la sabiduría de saber decirlo con el fin de que seamos conocedores del amor tan infinito que tenemos hacia él, y que debemos entregarnos a Jesús sin restricciones.
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